sábado, 6 de noviembre de 2010
Y el ciclo no deja de repetirse, es la misma rutina, unos pasos a mi condena, como un ahorcado a su soga, como un suicida a su arma letal, como un te amo a alguien que no lo siente. Voy a la heladera, la abro con esperanzas de comprensión, de un abrazo de inertes calorías. Me retiro ante la verguenza de no encontrar nada para mi necesidad. La noche oculta la falta de voluntad, el silencio ignora los lamentos de no-perfección. Y no es que no haya comida en mi estómago, es el no llenarme de vos, porque siempre que te veo vos sos mi único alimento, últimamente me desprecias, estoy desnutrida de vos, amor. Retorno, en nombre de Ana tomo sólo un pequeño trozo de alimento que no me generará culpas. Y una enorme cantidad de agua, para ahogarme entre lágrimas y sodio. Pero la culpa, la verguenza y la inseguridad aparecen. Ella no me deja sola nunca. Es la pieza del rompecabezas incompleto que se fabricó en mi mente.